Zona Arqueológica de Palenque
La joya de piedra entre la selva donde el arte, el poder y la historia del mundo maya siguen presentes en el paso del tiempo.
Los vestigios de Palenque se encuentran al norte del estado mexicano de Chiapas, a tan solo diez kilómetros al oeste del poblado de Santo Domingo de Palenque y al pie de la sierra chiapaneca. Este monumental asentamiento ha maravillado a viajeros y exploradores desde finales del siglo XVIII.
Sus finísimos relieves en piedra, abundantes inscripciones jeroglíficas, y la disposición de templos y plazas en armonía con la selva circundante, crean un escenario natural y cultural sin igual. Estas características han hecho de Palenque uno de los sitios arqueológicos más estudiados de México.
La importancia de Palenque radica tanto en su evolución arquitectónica como en la amplia red comercial que la vinculaba no solo con otras ciudades del área maya, sino también con regiones distantes de Mesoamérica. El sitio comprende más de 200 estructuras arquitectónicas, de diferentes tamaños y complejidades, distribuidas en 2.5 kilómetros cuadrados, perfectamente adaptadas a la topografía montañosa de la región.
Su origen se remonta, probablemente, al año 100 a. C., como una pequeña aldea agrícola fundada sobre las últimas estribaciones de la Sierra Madre de Chiapas, en la transición hacia la llanura costera del Golfo de México. En esta zona de selva alta y gran abundancia de agua, Palenque floreció a lo largo del periodo Formativo (2500 a. C. – 300 d. C.). Durante el Clásico Temprano (300–600 d. C.), la ciudad comenzó su ascenso, alcanzando su máximo esplendor en el Clásico Tardío (600–900 d. C.), cuando se convirtió en el centro rector de una vasta región que abarcaba gran parte del actual Chiapas y Tabasco.
Junto con Tikal y Calakmul, Palenque fue una de las ciudades más poderosas del mundo maya durante el periodo Clásico. Fue sede de una de las dinastías más notables, a la que perteneció el famoso gobernante Pakal, cuya tumba —hallada en 1952 por el arqueólogo Alberto Ruz L’Huillier— constituye uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología mesoamericana.
Como otras ciudades mayas del Clásico, Palenque se conectó con diversos centros a través de redes comerciales, alianzas matrimoniales y vínculos políticos entre élites gobernantes. El sistema de ciudades-estado, identificadas por el llamado glifo emblema, formaba la base territorial y política de esta civilización, donde el intercambio, las alianzas y la guerra propiciaban una constante movilidad.
Las inscripciones jeroglíficas de Palenque no solo identifican el sitio, sino que también documentan detalladamente los vínculos políticos, matrimonios y conflictos entre ciudades. Estas inscripciones son clave para comprender la historia maya, ya que constituyen una de las primeras manifestaciones de escritura en Mesoamérica, con un sistema logosilábico y complejos calendarios: uno cíclico, común en otras culturas mesoamericanas, y otro lineal, conocido como cuenta larga.
Cronología del sitio: 500 a 900 d. C.
Ubicación cronológica principal: Periodo Clásico (400 a 900 d. C.)