En el corazón de Villa de Álvarez, Colima, el jardín principal late como el alma viva de un pueblo que honra sus tradiciones. Bajo la sombra de árboles centenarios y al murmullo de las fuentes, la vida transcurre pausada, entre risas, encuentros y el eco de antiguas cabalgatas.
La Parroquia de San Francisco de Asís se alza majestuosa, custodiando la plaza con su presencia serena. A sus pies, la imponente escultura de La Cabalgata, obra del escultor Octavio González, representa a seis jinetes de bronce en tamaño real, símbolo de las tradicionales Fiestas Charro-Taurinas que cada febrero llenan de vida y color la ciudad.
En este jardín, cada rincón cuenta una historia: las bancas de hierro forjado, los portales con sus dulces típicos y las tradicionales paletas de la Villa, que ofrecen sabores que han perdurado por generaciones, refrescando las tardes colimenses con su autenticidad.
Villa de Álvarez no se apresura; invita a caminar despacio, a saborear el momento y a escuchar las historias que sus calles y su gente tienen para contar.