Zona Arqueológica Tabasqueño
Un rostro tallado entre selva y silencio
A solo unos kilómetros de la comunidad de Hopelchén, se esconde una de las fachadas más impactantes del estilo Chenes: Tabasqueño, un sitio pequeño en tamaño pero inmenso en fuerza simbólica. Su templo principal parece el rostro abierto de un ser fantástico: enormes ojos redondos, colmillos de piedra y una boca que, más que entrada, parece portal.
Este tipo de fachada representa a una deidad terrestre o al inframundo, y quienes lo cruzaban no lo hacían por simple tránsito: entraban a un espacio ritual, donde cada muro era parte de una ceremonia. La entrada principal está flanqueada por columnas serpentinas y detalles geométricos que han sobrevivido al tiempo como testigos del ingenio artístico maya.
Rodeado de vegetación y caminos tranquilos, Tabasqueño invita a observar con detenimiento. Es un lugar íntimo, perfecto para conectar con la estética y cosmovisión de un pueblo que veía en la arquitectura no solo función, sino alma. Las figuras talladas no eran decorativas: eran protectoras, narradoras, mensajeras.
Explorar Tabasqueño es mirar al pasado con los ojos de la imaginación. Es preguntarse qué significaba el jaguar, el trueno o la noche para quienes vivieron aquí. Es detenerse ante una entrada y sentir que se abre algo más que una puerta: un mundo entero contenido en piedra.