Zona Arqueológica Huapalcalco
El cerro del aire que vio nacer la historia
A solo 3 kilómetros de Tulancingo, en el estado de Hidalgo, se alza Huapalcalco, una zona arqueológica discreta pero profundamente significativa. Su nombre náhuatl significa “lugar de los tablones o muros de madera” y está íntimamente ligado al cerro de La Mesa, un promontorio basáltico que domina el paisaje y alberga pinturas rupestres que datan de hace más de 9 000 años.
Este sitio resguarda los vestigios de una antigua ciudad construida entre los siglos III y X d.C., influida por la cultura teotihuacana. En su centro ceremonial destaca una pirámide cuadrangular de tres cuerpos, con escalinata y alfardas, orientada al poniente. Alrededor se distribuyen plazas, plataformas habitacionales, vestigios de canales de agua y elementos constructivos que sugieren un complejo sistema urbano.
Sin embargo, lo más asombroso está en la ladera del cerro: pinturas rupestres trazadas en rojo y negro con figuras humanas, soles, animales y símbolos abstractos. Se cree que fueron hechas por grupos nómadas cazadores-recolectores miles de años antes de la era teotihuacana, convirtiendo este lugar en uno de los sitios con arte rupestre más antiguos del centro de México
Huapalcalco también ha sido testigo de leyendas locales, como la que asegura que Quetzalcóatl pasó por ahí en su camino hacia el oriente, y aún hoy es un punto de encuentro espiritual para caminantes, artistas y buscadores de energía.
En Huapalcalco, el viento sopla con la memoria de los primeros trazos humanos. El paisaje guarda la huella de miles de años en un diálogo abierto entre roca, cielo y civilización. Visitarlo es mirar el origen mismo del arte y del tiempo.