Teopisca
Teopisca, una pequeña ciudad en el corazón de los Altos de Chiapas, es muy apreciada por su comida y por el acceso a los bosques, montañas y praderas que la rodean.
Teopisca es una pequeña altiplanicie a medio camino entre San Cristóbal de las Casas y Comitán. Estas dos son quizá más famosas de lo que algunos viajeros preferirían. Pero Teopisca está más cerca, geográficamente y en espíritu, de pueblos como Huixtán, Amatenango del Valle y Totolapa. Son los Altos Centrales de Chiapas, y la gente viene por la forma de vida, por los marcados contrastes de color en flores, estaciones y presentaciones.
La comunidad es el resultado de una larga historia y profundas raíces culturales. El nombre procede del náhuatl y podría significar Dios de la cosecha o Casa del Señor Rojo. Unos 37,000 residentes se reparten por 28 comunidades, pero en la ciudad propiamente dicha viven unos 16,000. Muchos son indígenas tzeltales, cuya región tradicional, Los Llanos, alcanzó fama nacional por la calidad de la cecina y la cocina que sigue siendo apreciada por todos los que la visitan. El Mercado Público Municipal de Teopisca está a siete minutos de la plaza principal, donde los visitantes pueden degustar platos únicos.
En la plaza se encuentra la iglesia de San Agustín, del siglo XVIII, de origen dominico, vinculada a la tradición jesuítica. El retablo es especialmente celebrado. Según el INAH, la ciudad se asentó originalmente cerca del antiguo cementerio, pero fue reubicada en 1732 por una plaga de hormigas.
Hoy los visitantes acuden camino a las Grutas del Obispo, a unos dos kilómetros, preferidas por espeleólogos por su entrada grandiosa. Alrededor están el Cerro del Tecolote y el Cerro Pelón, llenos de leyendas y tradiciones.
El acceso más común es desde San Cristóbal, por combi, en un trayecto de menos de una hora.