Recomendaciones expertas

​Majestuoso por la verticalidad que domina en todo el conjunto, este Convento Agustino es una obra que refleja la grandeza del arte virreinal en México. Está conformado por un amplio atrio perfectamente delimitado, capillas posas y un imponente claustro de dos niveles, que invitan a recorrer sus pasillos llenos de historia.

La fachada es un espectáculo en sí misma: una elegante espadaña y una torre campanario tan alta como el propio templo, ambas construidas en el siglo XVI. Como detalle curioso, en el centro se encuentra un reloj de la época porfiriana, elemento añadido siglos después, que contrasta con la arquitectura original pero añade un matiz histórico interesante.

En el costado norte se ubica la capilla abierta, de tres naves, que guarda una absoluta armonía con el resto de la estructura. Este espacio, testigo de ceremonias al aire libre, es un reflejo de la adaptación arquitectónica a las necesidades evangelizadoras de la época.

El interior del convento guarda tesoros únicos: en la pintura mural destaca un impresionante fresco que representa el árbol genealógico de los agustinos, una obra que conecta arte y espiritualidad. También sobresale la pila bautismal, tallada en piedra de una sola pieza, y un gran número de piezas originales del siglo XVI, que convierten este lugar en un museo vivo de la historia religiosa y cultural.