La Basílica de Zapopan es uno de los principales centros religiosos de México y Jalisco, un lugar lleno de fé y devoción para millones de fieles en México. A cargo de frailes franciscanos, el inicio de su construcción data de finales del siglo XVII y se concluyó en las primeras décadas del siglo XVIII.
Su arquitectura combina un estilo plateresco con detalles barrocos y, su fachada de tres cuerpos, destaca por sus columnas jónicas. Esta imponente construcción regala una hermosa postal cuando se camina por la Plaza de las Américas Juan Pablo II.
En su interior, alberga la imagen de la Virgen de Zapopan. También conocida como “La Generala”, considerada la patrona de Zapopan y protectora de Jalisco. La imagen data del siglo XVI y fue elaborada con pasta de caña de maíz por indígenas de Michoacán. En 1541, el misionero Fray Antonio de Segovia fue quien se encargó de traerla a Jalisco, y desde entonces se le tiene una gran devoción a la representación religiosa.
Pero la Virgen de Zapopan no es solo una expresión religiosa, sino también cultural. Su imagen es protagonista de una de las manifestaciones de fe más impresionantes de México, la Romería. Cada año se celebra el 12 de octubre y ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Esta tradición se remonta a 1734 y se caracteriza por la presencia de millones de fieles, danzantes y músicos, que acompañan a la virgen en un trayecto de alrededor de 9 kilómetros, en el que se sale de la Catedral de Guadalajara hacia la Basílica de Zapopan.
El día de la Romería marca la parte final del ciclo ritual anual conocido como “La llevada de la Virgen”, que comienza en mayo y abarca diferentes actividades comunitarias y litúrgicas. El ciclo termina con el regreso de la Virgen, el 12 de octubre, a su casa en la Basílica de Zapopan.
La Basílica de Zapopan no es solo un destino religioso, sino una síntesis viva de la historia, la arquitectura y las tradiciones más representativas de Jalisco. Visitarla es experimentar de cerca el alma devota y festiva del pueblo zapopano, en un entorno que combina fe, arte y comunidad.